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 | Bishop Gregory Parkes

Domingo 15 de agosto de 2021

Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María

La Asunción

“Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno”. - Lucas 1, 44

Este fin de semana la Iglesia celebra la Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María. Creemos que cuando se completó el curso de su vida terrenal, Marֵía fue asunta en cuerpo y alma al cielo, donde habita como Reina del cielo y la tierra. Esta enseñanza se basa en la realidad de que María fue concebida sin pecado original, y por lo tanto, quedó libre de la corrupción del pecado y la muerte. Se le dio el honor especial de participar en la Resurrección de su Hijo Jesucristo. Y a través de su participación en esta Resurrección y por sus oraciones, María nos ayuda a los que sufrimos de los efectos del pecado original, a vivir con ella y su Hijo en la alegría del cielo.

Nuestra lectura del Evangelio de hoy de san Lucas es el relato de la Visitación cuando María, habiendo ya concebido a Jesús por el poder del Espíritu Santo, viajó a un pueblo de las montañas de Judea para visitar a Isabel, que también esperaba un niño. ¡El encuentro entre ellos es un momento de gozo! De hecho, en el Evangelio Isabel dice: “Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno”. Y así como la presencia de nuestro Señor en ese momento fue motivo de gozo, también lo es cada vez que nos acercamos a Jesucristo, particularmente cuando recibimos su Cuerpo y Sangre en la Eucaristía.

Nuestra oración en esta solemnidad es que también vayamos algún día a donde María ha ido. Y siendo nuestra Madre y la Madre de Dios, ella no desea algo más allá de acercarnos a su Hijo, Jesucristo, y que podamos estar con él por toda la eternidad. ¿Tenemos el valor como María de seguir a Jesús en nuestras vidas a través de los buenos tiempos, así como en los tiempos de dificultad y adversidad? ¿Y como María, tenemos el valor de llevar la presencia y el gozo de Jesucristo a todos aquellos que encontramos? Amén.